Antonio Roldán

Obra inédita

Cantares y coplas

Portada > Cantares y coplas > Flamenco. Cante y guitarra.

¡Qué bien se canta de noche
cuando el viento trae y lleva
coplas de tierras lejanas
que se funden con las nuestras!

El tocaor ya no toca,
porque se ha roto la prima
y no puede comprar otra.

¿Saeta? dolor y pena,
bulliciosa la alegría,
tristeza en la petenera,
cadenciosa la habanera
y alegre la bulería.

Cuando la guitarra llora
es que llora el tocaor,
y en sus cuerdas van saltando
notas de pena y dolor

La guitarra tiene alma
de gitana y de señora.
En el fandanguillo, ríe,
y en la petenera llora.

Cuatro gitanillas eran,
eran cuatro gitanillas
con otros cuatro gitanos
bailando por seguidillas.

Una guitarra que suena
en los brazos de un poeta,
o canta con alegría
o está llorando de pena.

Y la guitarra lloraba,
cuando sin alma quedó
el cuerpo que la tocaba.

Una guitarra, una voz,
una sombra de la Alhambra.
Un aire de bulerías
desde una zambra gitana.

Tengo una guitarra mora,
que si yo río, se ríe,
y si lloro, también llora.

Con mi guitarra y mi copla
voy contento por la vida,
lo demás todo me sobra.

Seis cuerdas son solamente
las que tiene mi guitarra.
Seis cuerdas que van vibrando
con las cuerdas de mi alma.

Cántame una soleá
donde digas que mis penas
pronto se van a acabar.

No es que llore mi guitarra,
es que se queja lo mismo
que yo me quejo al tocarla.

La copla que yo cantaba
el viento se la llevó,
ahora quiero recordarla
y ni el recuerdo quedó.

Un rosal junto a la puerta,
sobre la puerta una parra,
un pozo con agua fresca,
una copla y mi guitarra.

Una guitarra, una flor,
un amor no comprendido,
y una copla que ha nacido
bajo el signo de un dolor.

Soleares, soleá.
Cuando las canta mi niña
se queda el agua pará.

Cayó una lágrima tuya
al filo de mi guitarra,
y, desde entonces, las cuerdas
no quieren sonar y callan.

Tengo la guitarra rota
y a las alturas que estamos
no puedo comprarme otra.

Cuando siento una guitarra
lloro sin saber por qué.
Será porque algunas veces
con ella en brazos lloré.

En los viejos callejones
cuando se cubren de sombras
¡qué bien suenan las guitarras
y qué bien suenan las coplas!

En un fandanguillo un día,
para que tú no escucharas
te dije que te quería.