Antonio Roldán

Obra inédita

Cantares y coplas

Portada > Cantares y coplas > Coplas de vejez y muerte.

 

Cuando la muerte te diga
que ya te llegó la hora,
vete al lado de tu Virgen
para que no vayas sola.

Cuando yo me vaya,
cuando yo me muera,
puede que alguien diga:
Ha muerto un poeta.

Cuando me vaya a morir,
por si acaso no pudiera
pídele tú a Dios por mi.

Yo no sé por qué te pones
subida en el pedestal,
si luego llega la muerte
y a todos nos trata igual.

Yo no le temo a la muerte
porque tiene que venir.
Sólo le pido a la Virgen
que no se olvide de mí.

No pises las sepulturas
cuando al cementerio vayas,
si algunas no tienen flores
puede que tengan plegarias.

Mi corazón fatigado
no puede subir la senda.
¡Pobre corazón que llora
porque ya no tiene enmienda!

¡Qué largas las horas
del invierno triste,
cuando el alma llora,
cuando el cuerpo gime!

Quiero correr mi camino
hasta llegar al final,
como el agua del arroyo
que viene a morir al mar.

Cuando yo me muera, madre,
y a ti te agobie el dolor,
cantaré desde una estrella
para que escuches mi voz.

Cuando yo me muera, madre,
ponme el pañuelito blanco
que ella me dio aquella tarde.

Por la senda de la vida
el viejo despacio anda,
con la sola compañía
de su copla y su guitarra.

¿Hacia dónde irán mis versos
cuando se queden sin mí?
¿Mis hijos los guardarán?
¿O pronto se olvidarán
de aquello que yo escribí?

En su tumba vi una flor,
pero hasta el cielo llegaban
las flores de una oración.

Quiero dormir y no duermo,
quiero vivir y no vivo,
quiero morir y no muero.

Ni sombra de lo que fue
queda ya de mi persona,
porque los años limaron
hasta el perfil de mi sombra.

Si me muriera, no llores,
que me voy a descansar
de tantísimos dolores.

Por las sendas arriba
van los romeros,
yo seguirles quisiera
pero no puedo.

Dime, Señor, dónde estás,
porque ya me queda poco
para poderte encontrar.

Cuando la muerte me lleve
no llores, porque morir
será quitarnos la carga
que llevamos al vivir.

Dicen que voy siendo viejo
y no les falta razón,
pero el cuerpo nunca es viejo
si no es viejo el corazón.

No le quites al abuelo
su tabaco y su bebida,
porque si le quitas eso
le quitarás media vida.

Que no le pidas a Dios
para mi muerte más plazos,
porque quisiera morirme
estrechándote en mis brazos.

Si ves que llega la muerte
pon la guitarra a mi vera,
que mi último suspiro
hará que suenen las cuerdas.

El camino voy subiendo
y el camino me fatiga.
¡Este pobre corazón
no puede la cuesta arriba!

El tic tac de mi reloj
tiene el ritmo acompasado
que lleva mi corazón.

Yo solo le pido a Dios
que antes de morirnos uno,
que nos muramos los dos.

Tengo miedo de quedarme
solitario en mi rincón,
tengo miedo, por si acaso
se para mi corazón.

Dale a la tierra tu cuerpo
que la tierra es su señor,
y tu alma purifica
para entregársela a Dios.

Si tu cuerpo es de la tierra
y en tu alma es Dios quien manda,
deja que se pudra el cuerpo
y entrégale a Dios tu alma.

 

Acorta, mi niña, el paso,
que mi corazón no puede
en un camino tan largo.

Como el que la vida espera,
esperando estaba al día,
porque hacia la medianoche
pensaba que se moría.

Un niño dijo a su abuelo:
El día que tú te mueras
yo me iré contigo al cielo.

Toca la guitarra, abuelo,
- Si tengo ya muchos años
y casi tocarla puedo.

Amores vine sembrando
en los jardines del tiempo.
Las plantas se me secaron
y ya semillas no tengo.

Vivir, vivo, mas no vivo
como quisiera vivir.
El vivir es un motivo
para poderse morir.

No te vayas, enfermera,
que cuando el alba se asome
puede ser que yo me muera.

En tu quietud me pregunto:
¿qué será de ti, guitarra,
cuando a la meta yo llegue,
cuando al final yo me vaya?

Cuando se apague mi estrella
no me vengas a buscar
porque yo me iré con ella.

Cuando el alma se nos va
el cuerpo se va a la tierra,
ya no se verán jamás
y así la cuenta se cierra.

Rama vieja del olivo
que derriba el leñador;
con tu madera encendida
sigo alargando mi vida
cuando me falta el calor.

Cuando yo menos lo espere
vendrá la muerte y dirá:
"Vente ya, que Dios lo quiere"

Cuando la niña nació
Dios le designó una estrella.
Cuando la niña murió,
bajó la estrella a por ella
y al cielo se la llevó.

Yo no quiero flores
en la tumba mía,
con un padrenuestro
me conformaría.

El reloj de mi tiempo
se va parando,
y a mi Dios yo le pido
que siga andando.

El que ve la luz del día
ha de darle a Dios las gracias
porque la ve todavía.

Junto al hombre que se queja,
como paloma rendida
se está durmiendo la vieja.

No quites mi luz, Señor,
porque si la luz me quitas
¿para qué quiero la flor?

Van mis nietos para arriba
mientras yo voy para abajo.
¡Esta es la ley de la vida!

Para el fin de mi camino
dame más fuerzas, Jesús,
que es muy largo mi camino
y no puedo con la cruz.

¿Para qué quiero que el cielo
esté sembrado de estrellas,
si mis ojos van cegando
y me quedaré sin ellas?

No cantes a la muerte
pájaro alegre,
que las aves no cantan
a quien se muere.
Cántame a mí
que escuchando tu canto
quiero vivir.